viernes, 3 de julio de 2009

MARTI LLANDO

“La Palabra es más rápida que el rayo,más destructora que la guerra,más hiriente que la espada,por ello no puede, la palabra, ser instrumento de destrucción o muerte"


"La crítica es el ejercicio del criterio: destruye los ídolos falsos,
pero conserva en todo su fulgor a los dioses verdaderos"

"En política, lo único verdadero,es lo que no se ve".

"y todo como el diamante antes que luz, es carbón..."

“El verso por donde quiera que se quiebre ha de dar luz y perfume”

“todo está dicho ya; pero las cosas,cada vez que son sinceras, son nuevas

“saber leer es saber andar saber escribir es saber ascender"

EL DON DEL VUELO

Todos estamos hechos de palabras. Heidegger dice que el hombre es hombre porque le ha sido dado la promesa del lenguaje. De alguna manera somos lo que sabemos, somos lo que leemos. A partir de estas cláusulas podemos determinar localidad de nuestros intereses. Es cierto que el afán por los juguetes, y gracias a las facilidades tecnológicas que rodean la cotidianidad hemos dejado de lado, por no decir olvidado aquellos placeres simples que nos conectan con nuestro humano.
Tal es el caso de los tiempos y los espacios culturales que nos ofrecen las instancias culturales que no utilizamos por apatía. Lo cierto es que ellos, los tiempos, los espacios, están ahí para nosotros, para hacernos crecer, creer que hay cosas imposibles que pudieran hacerse realidad con muy poco esfuerzo de nuestra parte.
Mi trabajo no es ser un hombre, es un modo de ayudara otros a ser mejores. No tengo un camino nuevo, es el mismo para todos. Lo que sí tengo, y he ahí la diferencia, que tengo un nuevo modo de caminar.
A las aves le fueron dados las alas, el cielo y el canto, pero no lo saben. Su vida es buscar alimento y evacuar. Al ser humano le fue conferida la palabra, y con ella la capacidad de pensar, sentir, de darse cuenta. Un hombre, una mujer no es solamente lo que come, lo que viste, donde vive, lo que pudiera llegar a poseer. Es mucho más. No saberlo, negárselo, es renunciar al “don del vuelo”. Quiero decir, quisiera decir más, que conocer las palabras, su belleza, para luego no usarlas es una pérdida de recursos.
La cultura, aunque no nos hace mejores que los animales y las plantas, nos hace superiores, El hombre es creador de bienestar, pero también de belleza. Vamos por el asombro de volvernos mejores proyectos de seres humanos enteros, como propugnaba Martí.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Lo importante de la vida es vivir

Digo que cerciorarse cada día, al abrir los ojos,
que los pulmones siguen haciendo su trabajo
y que el corazón pasa una página nueva eso es la vida.
Que el amor de subida te traiga café a la cama
mientras te canta: "Amanecer... la canción de Kancer,
eso es otra cosa.
Quiero felicitar a todos los que hoy celebran el día
y decirle adiós a aquellos que con razón
o sin ella se fueron del mundo...
Abrazos.

viernes, 28 de noviembre de 2008

MEMORIAL DE DICIEMBRE

He vuelto a mi dolor para nombrarte;
para que digas presente y sin temores.
Estoy aquí para regresar a los que han muerto,
aquellos hijos y padres y hermanos;
aquellas madres y novias y te quieros.
No me iré hasta nombrar sus tumbas,
la fosa común de indiferencia
de los amotinados que levantaron los hierros
de la guerra y a quienes la tierra le entregó sus galardones.
He vuelto a las palabras para que vuelvan.
Les Traigo aquí mi corazón para que vuelen.
Ellos se fueron con la pólvora
para volver en el polvo enfurecido del camino.



Hay un hoyo francamente atroz
en el calendario; un socavón sin orillas
doliendo tanto… Una fractura aterida,
expuesta al llanto. Y muchas tumbas sin nombres
ni sudario.
Efeméride de horror, reto al olvido.
¿Olvidar? Olvido, al viento las agendas:
el desliz quedará para que aprendas,
que vivir es una manera de morir,
y la partida en retorno se ha de convertir.



No me dejes Madre, no te canses,
camina conmigo hasta donde alcances.
A lo hecho puse el pecho
y dar la cara muy bien supe.
Al medir bastó mi vara y a hierro mate,
lo que debía morir a hierro
camino de cruces fue el destierro.
No me dejes Madre, no te canses,
camina conmigo hasta donde alcances.
Inconcebible el hombre, sin ambages.
Impredecible el miedo si hay coraje.
Aunque di de comer a cada herida,
no le bastará a la muerte con mi vida.
No me dejes Madre, no te canses,
camina conmigo hasta donde alcances.
No te olvides de mí, que el olvido es ceguera
y mi tumba solitaria reclama una bandera.


Me queda esta lágrima que no termina de caer;
una mancha de sangre que no acaba de secarse;
la herida que no encuentra cicatriz.
Me queda este dolor de tanto dolerme tanto;
el rostro de los caídos reclamando monumentos.
Me quedan los recuerdos: memoria y resistencia.
y el espanto siempre inmerecido.
No me acostumbro al verde oficio de la tierra,
desgarrado, desgarrando, ni a la ventana hecha pavesa.
Luego entonces, compañeros
Me queda el coraje de los pocos
que retaron a la muerte
y viven para contarlo;
de los muchos que murieron,
y viven para contarlo.
Ayer teníamos nada, hoy nada tenemos.



¡Cómo se puede vivir con tanta miasma en el alma,
sin maldecir -por lo menos una vez-
por cada muerto, cada cosa, cada casa, cada nombre!
Con esa boca abierta, hambrienta de olvido
que nos traga y nos vomita cada 20 de diciembre.


No abras la fosa común, me dicen.
¿Para qué quieres saber
quién es el que allí se fermenta?
No abras la fosa común, no te arriesgues:
el olor de la tierra abierta te puede acusar.
Han pasado tantos años, tantas guerras,
holocaustos…
No abras la fosa común -te digo-
allá en el fondo hay un latido,
aquí en lo hondo hay un aliento.
Algo se mueve aquí abajo.
No abras la fosa común.
No la abras.
¡No!
Estamos vivos todavía
y podemos volver por nuestros nombres.


Yo no pedí la guerra, pero perdí la paz.
Sólo quería mi vida y la han quitado de mí…
Soy una fotografía de cadáver descompuesto
des di bu ján do se
año tras año.
Soy un nombre que ha olvidado hasta mi madre.


Cómo me voy a olvidar, si fuimos nosotros
los que morimos, los que perdimos,
los que no regresamos…
Cómo no voy a resistir, si los que quedamos
a la intemperie, los huérfanos fuimos nosotros.
Los que no pedimos nada y perdimos todo,
los que, sin remedio, lo dimos todo
y recibimos en pago humo y ceniza
ceniza y olvido.

Ese muerto que va bajando
Viene subiendo conmigo.
Yo tengo un muerto en la fosa
Ese muerto de la fosa es mío
Para llorarlo traigo un río
Para velarlo llevo una rosa.
Ese muerto que va bajando
Viene subiendo conmigo.
Ni mártir ni héroe, mi hermano
es el difunto que hoy sembramos.
De tristezas traigo ramos
y el corazón en la mano.
Ese muerto que va bajando
Viene subiendo conmigo.
La mano que movió a los verdugos
todavía acecha, todavía anda buscando
sus mendrugos.
¡No te atrevas a olvidar!

jueves, 23 de octubre de 2008

La infancia no es un tiempo que pasó; es un lugar donde volver de vez en cuando.

El patio de las cayenas
Entrevista al poeta panameño Héctor Collado
Por León David

1. ¿Cómo definirías tu relación con la poesía?-
Me encantan las palabras, jugar con ellas, inventar nuevas, saborear el jugo y el sumo de cada una, tocarle las texturas, adivinarlas, romper los significados, mirarlas moverse como hormigas sobre la cuartilla. La poesía, lo he dicho muchas veces, es un juguete modular que siempre se está ahí esperando por esas fuerzas de la naturaleza humana que puede engendrar tanto “un niño” como un bajareque. Mi relación con la poesía me ha enseñado a ver más, a mirar mas lejos, a mirar adentro, a mirar. Es una manera de darme cuenta de mi gota de universo.

2. Has escrito poesía para niños, ¿en qué se diferencia de la poesía tout court? ¿Cuál es su importancia?
-No establezco diferencia alguna. La Poesía es la Poesía. El género o “subgénero” literario es el recipiente en el que se deja servir, como diría Neruda, “lava o nieve”. Eres mi testigo de que un poema, escrito para niños, lo disfrutan sin ningún problema los adultos, porque la infancia no es un tiempo que pasó; es un lugar donde regresar de vez en cuando. La poesía apela a la emoción. Te regala un desierto de lágrimas sedientas o un mar de espuma sonriente.

3. ¿Qué me puedes decir de la literatura panameña actual?
-La nuestra es una literatura que, aunque marcada por el “eje transversal” determinado por los antagonismos históricos con el Imperio, respira en constante transición. Particularmente en la narrativa y la dramaturgia. Lo más reciente pretende desprenderse del sesgo y se dirige, afortunadamente a indagar en nuevos temas, hasta donde alcance lo de nuevo. Hay una vuelta a las formas clásicas, sobre todo en la poesía. Si hubo un tiempo en que nuestras letras estuvieron “comprometidas” con los dolores de la patria, hoy por hoy ese vuelco se dedica a los malestares personales con pretensiones de latinoamericanizarse, temáticamente hablando. La panameña, como las letras de cualquiera de nuestros países, es sostenida, renovable y se mantiene en constante latencia. No me espantaría para nada que en algún momento hubiera un nuevo estallido en Latinoamérica. La literatura panameña se me antoja una carga de profundidad. Algo grande está a punto de ocurrir. Hay que préstarle atención a los escribas.
4. Acabas de participar en el V Festival de Poesía de El Salvador, ¿qué significado tienen para ti estos festivales?
-Son un punto de referencia, una especie de cotejo con los escritores que participan. No como competencia sino como un darnos la oportunidad de ver nuevas luces en el horizonte. A veces los escritores dentro del país no nos conocemos. Te imaginas los escritores de otros solares. Es bueno verlos, compartir más allá de las referencias bibliográficas o de los pocos textos que se pudieran conocer de cada uno. Conocernos nos hará mejores proyectos de dominicanos, de panameños. El V Festival de Poesía de El Salvador me ha significado conocer algo de la poesía de esos 15 ó 20 representantes, y mucho de las personas que están detrás de los nombres.
5. Por qué la poesía, si la comparamos con otros géneros literarios, tiene tan escasos lectores?
-A todo el mundo le gusta la poesía. La buena poesía. Ella ejerce fascinación en cada uno de nosotros. Somos sus cómplices. Le guardamos la memoria y cuando queremos sonar grandilocuentes acudimos a su concurso. Lo de los lectores escasos creo que tiene que ver con que muchos impíos vienen al templo con sus pecados sin lavar y se rasgan las vestiduras sin arrepentimiento verdadero. A pesar de ellos la poesía es redentora y sus apóstoles, más temprano que tarde llegan puntuales con buenas nuevas.

6. ¿Qué importancia puede tener la poesía en este mundo moderno o posmoderno en que vivimos?
-Creo que esa muchacha nos ayuda a no dejarnos vencer, a no rendirnos. Ella nos enseña a no perder de vista lo humano y nos dice que a la vuelta de la tecnología y la globalización y las guerras ella va a estar allí, esperando como una novia ansiosa. No tengo dudas de que la poesía es importante para todos, aunque lo ignoremos.
7. ¿Quién es Héctor Collado?
-Un aprendiz

martes, 14 de octubre de 2008

ZAPATOS DE MI CONCIENCIA

Primero lo dijo Alí Primera

Lo que digo en este canto
es la historia del encuentro
que tuve con un anciano
y su antigua poesía
las dos rosas de sus manos

Me dijo "llegar temprano
es ver las cosas de frente
y además te queda tiempo
para mirarlas dos veces"

Al ver al viejo descalzo
quise darle mis zapatos
y me dijo "no hace faltalo
que importa es tu conciencia
no es importante el ropaje
sino distinguir a fondo
los que van comiendo dioses
y defecando demonios.

Si tú vas por un camino
te gritan de lado y lado
mas no detengas tu marcha
tan sólo para escucharlos
siempre encontrarás la altura
en que todos puedan verte
y en la que puedas inclinarte
sin peligro de caerte
"Zapatos...

El viejo tenía la piel
marcada por latigazos
pues la miseria de ayer
seguía saliéndole al paso
y contó que en su pasado
no quiso ser dios ni héroe
en los dioses nadie cree
y a los héroes se condenan
a convertirse en estatuas
que ante las aves dan pena
de verdad que las estatuas
bajo las aves dan pena
Zapatos...

Zapatos de mi conciencia
mal que bien me van llevando...

jueves, 25 de septiembre de 2008

MIGRACION

Dedicado a la presencia de Esther María Osses y su Casa azul

Cuando los pájaros llegaron, la ciudad estaba distraída. Las bandas de plumíferos rasgaban el cielo en zigzag frenético. Hacían pausas en los parques y en los charcos. Buscaban casa por casa, de puerta en puerta.
La gran mancha iridiscente venía de pueblo en pueblo. Se detenía al caer la noche y levantaba el vuelo con la primera luz.
Atrás quedaban los ríos envenenados, la dictadura del sol sobre la tierra yerma.
La travesía resultaba penosa, y las bajas estampaban su rúbrica de sangre en el camino. Otras aves, alcanzadas por la miríada, como si se tratara de un acuerdo tácito, se incorporaban a la empresa.
Siete días hicieron falta, para que el cielo se ahogara en un revoloteo de plumas, y fue cuando el nubarrón de cantos, de gorgeos y de graznidos llegó a la ciudad, que cundió la alarma.
Oleadas frenéticas se estrellaban contra las casas. La avidez por penetrarlas era evidente. Hombres, mujeres y niños se cubrían los oídos, mientras miraban estupefactos el tsunami alado.
El tornado ovíparo se detuvo en la Casa Azul, y allí, sobre puertas, balcones, paredes, ventanas mesas, camas, estantes, sillas, y otros muebles dispusieron sus nido.